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La
existencia de nuestra conciencia del Universo exige una explicación,
aunque sea coyuntural.
Que
el Universo exista, en vez de no existir, es algo asombroso. Que
exista y que a través de sus criaturas sea autoconsciente de su
propia existencia, ya es algo que supera lo asombroso.
¿Cómo
explicar esta situación objetiva que el Universo nos plantea a la
vez que se lo autoplantea?
Evitando
las respuestas metafísicas, por el delicado detalle de que no hay
manera de verificar la realidad ni siquiera hipotética de una
dimensión metafísica en el Universo, hemos de caer en las
respuestas hipotéticas «físicas»:
El
Universo es autoconsciente de sí mismo en sus criaturas porque en
determinados niveles de su infinita metamorfosis material crea zonas
especulares de sí mismo.
Del
mismo modo que el Universo crea charcos de agua especulares de su
entorno inmediato, crea «charcos» especulares de sí mismo en las
consciencias que lo habitan.
El
reflejo del Universo de un charco de agua o de un charco de
consciencia, no difieren en su esencia, sino en mínimos detalles.
© CLAUDIO GILARDONI. De su libro Genética del Universo